Los riesgos biológicos a los que se está expuesto no sólo en clínicas bucales, sino que en cualquier centro de salud son muy amplios.

Es por ello, que los diferentes centros siempre usamos uniformes especiales con el fin de evitar contraer ciertas patologías que nuestros pacientes poseen.

En nuestro día a día, lamentablemente hemos tenido que lidiar con la desconfianza de nuestros pacientes al ver que usamos cubrebocas y guantes.

Pero ¿Por qué lo hacemos? Debido a que hay enfermedades graves infecto-contagiosas, las cuales no sólo ponen en riesgo nuestra salud sino también la de nuestros familiares y otros pacientes.

Con el fin de evitar todas estas infecciones virídicas, buscamos cuidarnos de patógenos incoherentes a nuestra profesión.

¿Por qué hay riesgos de contagio?

Especialmente el primer riesgo que se corre es cuando tratamos pacientes con sida, cuando en nuestro historial clínico aclaran que tienen esta patología es mucho más fácil ser cuidadosos.

Pese a ello, hay pacientes que por el miedo o la vergüenza prefieren reservarlo, llegando a ocasionar que podamos tener un posible contagio o que nuestro personal se vea afectado.

Perecieron no es la única enfermedad o patología que nos preocupa, en la actualidad nos encontramos con un sinfín de contagios altamente delicados.

Luego de 2020 uno de los mayores miedos tanto para el personal como para nuestros demás pacientes, es qué precio a los pacientes positivos al COVID-19, sin saber que tienen esta infección.

¿Cómo nos cuidamos de los riesgos biológicos?

Los riesgos biológicos que podemos llegar a encontrar son sumamente variados, anteriormente te hemos mencionado una diminuta lista de los mismos.

La hepatitis B, la tuberculosis, el VIH, sida, COVID, varicela herpes o zoster, infecciones víricas y muchas más, son los principales problemas a los cuales cualquier profesional a nivel mundial se ve arriesgado.

Recuerda que en el mundo hay más de 2000 portadores de diferentes enfermedades los cuales son asintomáticos, ahora con esta información puede ser un poco más consciente del por qué en la odontología nos cuidamos tanto.

Imagínate que atendamos un paciente con cualquiera de estas patologías, aunque nosotros tengamos guantes y tapabocas, debemos evitar el riesgo de clavar los la aguja de la inyectadora, ya que de forma automática habremos concebido el virus.

Lo peor del caso es que algunos de estos no tienen cura, por lo que nuestra vida se verá arruinada si no estamos bajo el tratamiento adecuado.

Riesgos profesionales por agentes físicos

  •         Radiaciones ionizantes (rayos X).
  •         Radiaciones por luz visible (lámpara halógena).
  •         Láser.
  •         Campos electromagnéticos (pantallas de visualización de datos).
  •         Patología producida por el ruido.
  •         Heridas y cuerpo extraño ocular.
  •         Patología producida por inhalación de polvo.

Como profesionales es importante tenerle miedo a este tipo de contagios, ya que de un momento a otro puede llegar a dañarnos la vida sin haberlo estado esperando.

Una vez hayamos cometido un error de higiene, vamos a correr riesgos profesionales por agentes físicos los cuales no lamentaremos toda la vida.

¿El paciente se hace responsable? No, los únicos responsables somos nosotros mismos por no tener las medidas de higiene que toda clínica debe tener.

Inoculación frecuente

La inoculación casual con sangre de un paciente es el accidente laboral más usual en el campo sanitario en Odontología.

Se estima como media que nos pinchamos «de dos a tres veces al año», siendo más usual en los primeros años de nuestra vida profesional.

En el pasado el primordial riesgo frente a un pinchazo eventual era la inoculación del virus de la hepatitis B.

Actualmente todo el personal sanitario ha de estar vacunado de este virus y sostener una tasa de anticuerpos frente al antígeno de superficie de la hepatitis B (anticuerpo frente al antígeno de Australia) suficiente para estar inmunizado.

Es esencial efectuar una tasa de este anticuerpo de forma periódica, conforme las pautas de nuestro servicio de medicina precautoria.

La posibilidad de contraer el SIDA frente a una inoculación casual es recóndita, dependería de la carga viral del paciente y de nuestro estado inmunitario.

 Se calcula que la posibilidad de contraer el SIDA es del 0,1 por cien frente a una inoculación casual. No hay referencias bibliográficas de que se hayan producido inoculaciones del virus del VIH en dentistas y personal socorrer.

En nuestros días, el mayor riesgo frente a un pinchazo eventual con sangre contaminada de un paciente es la posibilidad de adquirir el virus de la hepatitis C.

 Si bien se refiere que el contagio se genera en el tres por cien de los casos, debemos meditar en la gravedad de una inoculación casual por este virus. El virus de la hepatitis C está muy extendido, afectando en España al dos con seis por cien de la población.

Este virus, que va a generar una hepatitis crónica activa, es actualmente, al lado del alcohol, el principal causante de la cirrosis hepática y del hepatocarcinoma. 

Siendo un virus del tipo ARN con poder de mutar, no existe vacuna eficaz para su prevención, y el tratamiento con interferón y otros antivirales tiene resultados dudosos.

¿Por qué usar tapabocas si los riesgos son por pinchazos?

El uso del cubrebocas es necesario, ya que ciertas virosis se contagian mediante la respiración, de esta manera evitamos este tipo de patologías.

Con un estornudo involuntario, miles de virus entran a nuestro cuerpo sin que se vea, y una gran cantidad de estos mismos se representan con diferentes síntomas que requieran de tratamiento.

¿Ya entiendas por qué nos cuidamos tanto? Es un tema que no debería explicarse, pero aun así muchos de nuestros pacientes tienen dudas.